ESTRUCTURA
DEL SILOGISMO: TEORIA
ESTRUCTURA DEL SILOGISMO. El silogismo consta de tres proposiciones, las dos primeras (PREMISAS) aportan la información necesaria para inferir la tercera llamada CONCLUSIÓN. Estas tres proposiciones combinan la información procedente de tres términos: TÉRMINO MAYOR, TÉRMINO MENOR y TÉRMINO MEDIO. Los términos hacen el papel de sujeto o predicado de las proposiciones que forman el silogismo. TÉRMINO MENOR:es aquel que aparece en la segunda premisa, llamada premisa menor, ya sea de sujeto o de predicado. Constituye el sujeto de la conclusión. TÉRMINO MEDIO: es común a ambas premisas, establece el nexo de unión necesario `para que se dé la inferencia y desaparece en la conclusión.
(1) Para que un silogismo sea correcto no basta con que tenga, aparentemente, tres términos...ha de cumplir con una serie de reglas de formación del silogismo. En este ejemplo queda claro que aunque se emplea la misma palabra (hoja) el significado es diferente cuando se refiere a una planta o a un libro: en este silogísmo hay CUATRO términos, no tres. INTRODUCCIÓN GENERAL AL RAZONAMIENTO DEDUCTIVO
En toda
argumentación encontramos unas verdades conocidas con anterioridad, que se
denominan premisas si se toman separadamente, y antecedente
tomadas en su conjunto; y encontramos también una verdad inferida que se llama conclusión
o consecuente o consiguiente. "El universo es imperfecto; y
lo que es imperfecto es causado", constituyen las dos premisas de las que
se obtiene la conclusión: "luego, el universo tiene una causa". El
paso de las premisas a la conclusión es el punto clave de la argumentación, y
recibe el nombre de inferencia (illatio).
Por tanto, el antecedente es aquello de lo cual algo se infiere, y
el consiguiente o consecuente es aquello que se infiere.
La consecuencia es el nexo necesario de ilación entre el
antecedente y el consiguiente. Por
ello la consecuencia, propiamente hablando, no debería denominarse
verdadera o falsa, ni buena o mala (correcta o incorrecta), porque la
consecuencia simplemente se da o no se da.
Lo que legítimamente puede considerarse como verdadero o falso, correcto
o incorrecto, es el consiguiente. Ya en el juicio, al contrario de lo que sucede en la simple aprehensión, la mente humana compone o divide sus conceptos; ahora, en el raciocinio, la inteligencia realiza una nueva composición, en virtud de la cual reúne dos proposiciones y, advirtiendo su conexión, percibe la nueva verdad implícita en ellas. El nuevo conocimiento que se obtiene como fruto del raciocinio se desprende con necesidad del antecedente: las premisas son como la causa del discurso, y la conclusión es su efecto propio. No se trata de una ordenación consecutiva de verdades, como resultado de que el entendimiento las coloque una detrás de otra. Es decir, el raciocinio es un proceso causal: en un razonamiento o argumentación la verdad de las premisas causa el conocimiento de la conclusión, cuya verdad era hasta entonces desconocida. En
una argumentación se distingue su materia y su forma.
La materia del razonamiento son las proposiciones que lo
constituyen. Podemos distinguir
entre una materia próxima de la
argumentación, que son las enunciaciones de las que consta el antecedente y el
consiguiente; y una materia remota, que son los términos de los que
constan las enunciaciones. En
cambio, la forma de la argumentación es una determinada disposición de
los términos y de las enunciaciones que hace que la conclusión se siga
necesariamente; es decir, es el vínculo que une a las premisas con la conclusión. Ya hemos visto cómo un razonamiento o argumentación
formalmente correcto puede estar viciado si parte de premisas falsas: se trata
de un defecto por su materia. Puede
suceder, por el contrario, que una argumentación com premisas verdaderas
contenga una deficiencia de forma, una incoherencia debida al hecho de que no se
ha captado bien el enlace entre el antecedente y la proposición que se
concluye. Por ejemplo, "el
universo es eterno, lo eterno no tiene causa, luego el universo no tiene
causa" es un razonamiento falso en razón de la materia (es decir, se basa
en premisas falsas); pero "el hombre es animal, el asno es animal, luego el
hombre es un asno" es erróneo en virtud de su forma, es decir, no
concluye, aunque las premisas sean verdaderas. Divisiones generales de la
argumentación. La
primera división de la argumentación es en: a) deductiva:
proceso de lo más universal a lo menos universal, o de lo universal a lo
particular. b) inductiva:
proceso de los singulares a lo universal, o de lo menos universal a lo más
universal. Las
dos formas principales de argumentación son la deducción y la inducción.
Ya Aristóteles concebía el silogismo (como sinónimo de deducción) y
la inducción como los dos caminos diferentes que el espíritu humano sigue en
su búsqueda de la verdad: "Todo lo que nosotros aprendemos procede, o bien
del silogismo, o bien de la inducción" (Primeros Analíticos, II,
23). Como veremos,
la deducción, o silogismo, se subdivide en silogismo categórico o simple
y silogismo compuesto. Es
difícil definir en pocas palabras la inducción y la deducción, ya que no se
pueden distinguir simplemente como dos movimientos de sentido inverso. Se
dice a manudo que la inducción va de lo particular a lo general, en tanto que
la deducción va de lo general a lo particular.
Ésta es una afirmación aproximada, no totalmente falsa, pero tampoco
totalmente verdadera. Es
cierto que la inducción va a veces de lo particular a lo general, en el sentido
de que va de las especies al género, aunque expresaríamos más exactamente
este hecho afirmando que va de lo especial a lo general.
Pero su función principal no es ésta, sino el paso de lo singular,
objeto de los sentidos, a lo universal, objeto de la inteligencia, sea
cual sea el rango de ese universal en la jerarquía de los géneros y de las
especies. Asimismo,
también es verdad que la deducción va a menudo de lo general a lo especial, de
una proposición universal a una proposición particular e incluso singular.
Pero no siempre ocurre así, y no es ésta su función esencial. Lo que caracteriza, y consiguientemente diferencia, más profundamente a ambos tipos de razonamiento, es esto: que la inducción pasa del plano sensible al plano inteligible (aunque después pase además de lo menos universal a lo más universal, es decir, aunque se mueva al nivel de los conceptos); en tanto que la deducción se mueve esencialmente al nivel de lo inteligible (aun cuando desciende a lo singular, se trata todavía de un concepto singular). Media, pues, entre la inducción y la deducción, una diferencia en cuanto a la naturaleza del antecedente: la inducción es ex singularibus, y la deducción ex universalibus. Pero no media diferencia alguna tocante a la naturaleza del consecuente: ambas concluyen un universal. |
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